Ya había terminado. Llegamos tarde a la misa, que prometía hacernos escuchar el mejor Gospel del mundo. Mientras tanto en otro bloque dentro del mismo vecindario, una docena de hombres y mujeres de piel oscura en pocos minutos narraron en un acorde un trozo de mi vida. Estaba en Harlem, lo opuesto a la Quinta Avenida.
Ahí dónde la propia mirada baila hip-hop. Ahí quise quedarme. Es Bronx que me conquistó.
Me encantó tu blog! Es la primera vez que paso por acá, muy lindo ;)
ResponderEliminarSaludos, Juli.
Trendalist